Ya no te guardaré, se deshizo la música
donde me pareció que estabas.
Eran cristales rotos, o arena, no sé bien;
yo pisé y comprendí.
Comprendí con asombro que el tiempo se
estiraba
desesperado y sin sentido
y que yo no era nadie
excepto el que te amó.
Eran cristales rotos, piedras o desventuras,
eran cuerpos enormes o cenizas, no sé.
Yo pisé y comprendí.
Raúl Gustavo Aguirre: La rosa del poeta y otros poemas y aforismos, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1988
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